¿El mejor fichaje? Un joven valor semidesconocido

6/19/2010

Una canción, el fútbol, la vida,...

Me levanto de la siesta abatido, cansado, apesadumbrado. Resuena una canción en mi cabeza. Triste, nostálgica,... y a su vez cantada con alegría. Menuda paradoja. Aparecen, afloran, nacen imágenes en mi cabeza. Veo a un niño en pleno llanto, que lo ha perdido todo, que desearía estar en mi lugar. En tu lugar. Me siento aún más desdichado, soy un farsante. Ese niño me habla: su situación no le hace mejor persona. Es solidario por la necesidad, por la desgracia que le ha tocado vivir; se lamenta de su destino, de su fortuna,... aunque en el fondo piensa que si volviera a nacer, en mi situación, en tu lugar, sería como tú, como yo, como el resto que vivieron una vida relativamente más cómoda. Se vería absorbido por la superficialidad de la sociedad que todo lo engulle, del dinero que hace que lo imposible sea posible, del estúpido ego que nos conduce a la incapacidad de reconocer nuestros errores, a esconder lo que consideramos nuestras miserias, a aparentar lo que no somos, a intoxicarnos con las tendencias más flagrantes e insospechadas. El ser humano es débil y corrupto. El poder, la fama, el reconocimiento, el dinero sólo llevan a la pobreza del espíritu, al olvido de la conciencia, al egoísmo exacerbado. A lo que se considera la felicidad en este mundo moderno. El ser humano es egoísta por naturaleza. La condición humana, tan fantástica en algunas ocasiones, tan feroz en otras. Se come a uno mismo, intenta comerse a los demás. Guerras, conflictos, acciones despiadadas nos identifican. Todos tenemos nuestro propio drama interior, que en muchos casos puede parecer frívolo, en el fondo puede que no sea así (al fin y al cabo, creo que pocos saben lo que realmente es importante, desde luego yo no soy uno de ellos). Pasamos nuestra vida buscando la felicidad, esa palabra tan efímera y volátil. No nos damos cuenta que si queremos y las circunstancias nos lo permiten, podemos ser felices. Quizá eso sea lo más complicado.



Me viene a la cabeza (para relacionar este post con la temática del blog, perdonadme la licencia,en realidad es sólo la excusa) la figura de Ronaldinho, cuando era un crío y apenas tenía para comer, me lo imagino pasando calamidades de todo tipo, y al mismo tiempo sonriente con una pelota de estropajo. Cruzó el charco, demostró su talento único en el fútbol, se convirtió en ídolo de niños de todo tipo y envueltos en diferentes situaciones,... y entonces se dedicó a la buena vida: fiestas, sexo, alcohol, fama. Ocio. Halagado por todo el mundo, adorado, mitificado. Entró en una espiral a la que es muy difícil resistirse. En el fondo el anhelo de todo chico joven. Pero cuando los sueños y anhelos se convierten en realidad, pierden toda su magia. Debes buscar otros para sustituirlos, para no caer en la autosatisfacción, en la desidia, en la inopia. ¡Tarde! Perdimos el fútbol de Ronaldinho, se difuminó la imagen de esos grandes piños, nos frotamos los ojos porque somos incapaces de reconocer a ese jugador pasado de peso, inoperante, que apenas se mueve en una circunferencia de 5 metros de campo. En cambio, imaginemos que podemos volver atrás en el tiempo, le contamos la historia de su carrera al joven Ronaldinho, le decimos que puede elegir: vivirla como se la hemos contado u optar por buscar un nuevo camino, con la incertidumbre del futuro. Estoy convencido que volvería a repetir destino. ¿Acaso tú no harías lo mismo?

El ser humano es pura contradicción, la vida es un don maravilloso y al mismo tiempo cruel. Nacimos para vivir, pero también nacimos para morir. Nacimos para sentir, pero también para sufrir. Vivimos lo que está escrito, pero también lo que la estocastidad nos permite. Citando uno de los personajes de Helada, obra escrita por Thomas Bernhard:

¿No se le ha ocurrido que los hombres viven en cementerios? ¿Que las grandes ciudades son grandes cementerios? ¿Las pequeñas ciudades cementerios más pequeños? ¿Los pueblos cementerios más pequeños todavía? ¿Que una cama es un ataúd? ¿Que los vestidos son mortajas? ¿Todo ensayos para la muerte? La existencia entera un eterno ensayar para la capilla ardiente y el entierro.


Ay amor, hay en ti, y en mi voz, ay amor

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1 Comments:

Blogger Rafa2torres dijo...

Bien hilado el post, muy interesante ;) Por cierto, han enviado a Cardeñosa para gafar a Brasil, os dejo su último video de la redención de cardeñosa ;)

15:27

 

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